Hay una visión generalizada en los medios, y en especial de ciertos programas nefastos de cuyas productoras están -en gral.- en la zona de Palermo que tiene una corta lectura en común: "La liga";"Calles salvajes"; "Documentos América"; "GPS", "Animales sueltos", etc, etc. Todos ellos muestran, insistentemente, los mismos temas: travestis, riñas callejeras; adolescentes alcohólicos; vendedores ambulantes y viajes en trenes a través del conurbano.
Los periodistas y la manera de cubrir estos informes se parecen tanto entre ellos que alguien debería hacer un informe sobre esta tendencia: Todos ellos viven en Palermo, cerquita de la productora, que también está en Palermo, o Colegiales; y su productor -el dueño- también vive en ese barrio.
Todos esos programas tienen bajos presupuestos de producción; periodistas mediocres con vocación policíaca o actrices/modelos glamorosas dispuestas a vestir zapatillas y a esconder sus famosos culos para mimetizarse entre los feos.
Una cámara debería seguir a estos periodistas y hacer un reality de cómo es un día en su vida. Los imagino recibiendo la consigna del productor que los manda a la puerta de los boliches de San Miguel, a las cinco de la mañana, ya que allí no van a tener problemas en traer imágenes que "garpen" (vocablo televisivo que significa: rendidor, atractivo, entretenido, de sumo y morboso interés). Obviamente que no van a tener que esperar largas horas en documentar (cual documentalistas de National G) o en registrar "algo"; alguna pelea, pibes vomitando; mujeres tironeándose del pelo; limitados pibes que con diez palabras intentan justificar lo que pasa, etc. Por supuesto que ni se les ocurre cubrir la salida de los boliches a donde ellos van a divertirse.
En cuanto a la preparación para la excursión al conurbano no se les ocurre ir de traje, sino que mejor es vestirse lo más informal posible y hasta intentan –de manera miserable- hablar como ellos; Es más, deben pagarle tragos (fuera de cámara) para soltarlos y desinhibirlos aún más, ya que con la cámara prendida exageran las agresiones y disfrutan de su minuto de fama. También se hacen los amigos, consumen con ellos (algunas cosas fuera de cámara para conseguir la nota) y el tono es comprensivo, casi festejándo las ocurrencias y las vivencias de los entrevistados. Total, lo que importa es mostrarlos como animalitos de zoológico; lejos está de pretender una acercamiento a algún estudio sociológico.
También existen otros periodistas de consorcio que rastrean a estafadores menores (vendedores de autos, falsificadores de boletines, vendedores de pelis truchas) y los increpan rodeados de las mismas víctimas, fogoneando para que alguno de ellos reaccione y se lleve a cabo –finalmente- la razón de ser del informe: una escena violenta; luego ésta será “la promo”. Pero si el estafador no es atrapado por la cámara lo persiguen por la calle (“trucho, usted es un trucho!!!, les gritan ) y así se suman gritos, jadeos, cámara nerviosa y el periodista cree tocar el cielo con las manos ante semejante poder.
A esta fauna televisiva se suman las chicas bien, lindas, exitozas, que por un día olvidan el brillo de la fama y la TV y se sumergen en el mar de obreros y vendedores feos que desbordan los trenes del San Martín para ver “como hacen para viajar así”. A "eshas", mimetizadas, se las ve amigables, curiosas y contentas pero No del todo, hasta tanto estén en su casa, a salvo, en Palermo.
Lo más increíble de este periodismo nefasto es que intentan hacernos creer que son sensibles a la gente y que ocuparse de estos temas está cercano al Progresismo. Nada más lejano, no tengo esperanza que ni ningún cambio que pueda impulsarse haciendo TV en un bar, comiendo rúcula en algún lugar de Palermo Hollywood.
ACLARACION: No existe prejuicio alguno con Palermo, espero entiendan el concepto
No hay comentarios:
Publicar un comentario